Habíamos inaugurado las nuevas instalaciones en el año 2005. Nuestra plantilla contaba con 8 trabajadores, y la del almacén central aún estaba sin formar. Solo se pudo seleccionar al que iba a ser el responsable del almacén, que en los primeros pasos tuvo que ampararse en nuestra experiencia, además de la formación recibida en Madrid, y refugiarse en nuestras instalaciones que usaba como oficina, aseo y comedor. Al cabo de un mes escaso, se contrata al primero de los colaboradores del responsable de almacén que, con el tiempo se ha consolidado y ha llegado a ser el segundo de a bordo.
Todo grupo necesita un guía. Podemos llamarle jefe, líder, responsable, encargado, o cualquier sinónimo que se nos pueda ocurrir, pero lo que sí está claro es que tiene que ser alguien respetado; no por imposición sino por saber hacerse respetar. Hay que ganarse el respeto de los demás por tu forma de ser y actuar. En un caso como este, tienes una ventaja; eres el elegido. Si sabes manejar las distintas situaciones que se suceden día tras día en tu trabajo y con tu grupo, no tendrás problemas. Si no eres hábil, nunca llegarás a controlar al grupo. Si tapas los errores de tu grupo o barres lo que van dejando detrás de ellos, te convertirás en el chico de la limpieza. Nunca te verán como el responsable que eres. Un día tendrás que imponerte por la fuerza, entonces ya será tarde.
En los meses siguientes se fue organizando el almacén Central a medida que se incrementaba el volumen de cartuchos vacíos con las cada vez más nutridas aportaciones de todas y cada una de las delegaciones o franquicias. Este incremento provocó la necesidad de contratación de más personal para los servicios centrales.
Nuestra plantilla funcionaba bien y nos habíamos acoplado satisfactoriamente con los nuevos inquilinos. A medida que se fueron incorporando más y más trabajadores al otro lado, en el otro grupo, la convivencia entró en una dinámica de pequeños detalles incómodos que poco a poco fueron socavando la paciencia no solo del propietario de la franquicia de Castilla y León y Cantabria, sino también de sus colaboradores.
Cuando estás a cargo de un equipo tienes que conseguir, entre otras muchas cuestiones, que cada integrante del mismo asuma la responsabilidad de sus actos; sean buenos o malos. Hay que saber estar a la altura cuando te equivocas y cuando aciertas.
El responsable no es quien tiene que arreglar los errores de los trabajadores a su cargo, tiene que obligar a que lo corrija aquel que lo ha cometido. Buenos trabajadores, sin duda, pero con muy poca educación y muy poco respeto para con ellos y con los demás.
Después de muchas, muchísimas advertencias, todo terminó como no podía ser de otro modo. Con una separación forzosa de instalaciones.
En medio de dos relaciones, propietarios de la franquicia y equipo humano del Almacén Central, tuve que tomar la decisión de echarles de mis instalaciones. Intuía las consecuencias que llevaba aparejadas, pero no tenía otra alternativa. Para mí era más importante el bienestar de mis trabajadores que la posibilidad de tener un grave enfrentamiento con aquellos que para mi eran como hermanos. Era nuestra casa, nuestra empresa, y no podía permitir que se convirtiese en un desorden por cuestiones que no nacían de nuestra forma de comportarnos.
Aquí también hubo un antes y un después en la relación con la Central, de mayor envergadura que el mencionado en la anterior entrega. Les dí un mes de plazo para el traslado definitivo, pues ya habían alquilado una nave industrial de mayor superficie, justo enfrente de la nuestra. Solo les faltaban las oficinas y los servicios.
Se completó y se hizo efectivo el traslado, y a partir de ese momento ambas relaciones se enturbiaron de forma considerable. Nos cruzábamos las miradas de forma desafiante y apenas nos dábamos los buenos días. Había más detalles del día a día, pero una de las situaciones más curiosas en esta relación de odio era que cuando alguno de los dos bandos necesitábamos un favor, o teníamos un problema, nos volcábamos con el otro de tal forma que no se notaba la rivalidad en absoluto.
Así se entabló y cuajó esta extraña relación de amor y odio que aún perdura. Con el tiempo han cambiado algunos de los trabajadores y otros se han dado de baja. Esto ha vertido en una mayor estabilidad en la plantilla de Servicios Centrales y una mejor relación con nosotros. En general hay gente más competente y educada y, aquellos que en su día nos odiaban terriblemente, ahora quizá se han dado cuenta de sus errores y de su comportamiento. Claro, esta es mi versión, supongo que para ellos, los malos somos nosotros. Para medir esta comparación yo tengo una frase o expresión muy significativa, que creo, inclina la balanza hacia los que tienen la razón: "Cuando cagas fuera del tiesto, lo llenas todo de porquería". Es poco adecuada para una publicación, es verdad, pero creo que lo entiende todo el mundo. Actualmente las tiranteces no lo son tanto con los compañeros o vecinos que tenemos enfrente, como con la propia Central.
¿Qué hicimos mal para que una relación prácticamente familiar terminara en una relación fría y distante? Desde mi punto de vista, decir no por primera vez, y decirlo con todas las consecuencias. En otras palabras, ponernos en nuestro sitio y establecer las distancias que la otra parte había acortado sin darse cuenta de que estaba faenando en terreno prestado, con mucho gusto claro que sí, pero prestado.
Al cabo del tiempo y por encima de otras consideraciones laborales, creo que hemos conseguido respetarnos totalmente limar asperezas y mantener una buena relación personal y laboral.
Entre medias de todo esto, cómo no, han tenido lugar miles y miles de conversaciones entre unos y otros que, analizando bien cada una de ellas con las etapas en que coinciden, podemos apreciar la aversión o el afecto con quien les paga, o incluso el estado de ánimo de cada uno de ellos con sus condiciones laborales y el trato que reciben. No era normal que yo supiese cosas que eran importantes para el responsable del almacén, antes que él, y menos aún que se enterase por mi. Al principio yo pecaba de buena fe o de ingenuo, pues daba por hecho que él ya las conocía. A partir de un momento determinado opté por callarme y hacerme el despistado. Entiendo la sensación que el encargado del almacén podía tener en cada uno de esos momentos.
Actualmente aquellos que me contaban algunos de los vericuetos más secretos de la franquicia apenas mantienen contacto conmigo. Tengo menos información, pero al menos no me encuentro en la situación incómoda que me encontraba antes.
En muchas de las conversaciones que he mantenido con algunos de los compañeros de otras franquicias (otro tipo de relación también muy interesante), me ha resultado muy curioso escuchar de alguien que puede estar a 150, 300, 600 ó 1.000 Km de estas instalaciones, la misma opinión que tengo yo de cómo se comportan, cómo son, cómo actúan, cómo responden y cuales son sus reacciones no solo en general, sino también en situaciones concretas.
La cercanía otorga una posición privilegiada en el conocimiento de una persona o de un grupo. Obtienes más información y dispones de más argumentos y mejor criterio de valoración u opinión. Cuando escuchas una opinión idéntica a la tuya teniendo en cuenta lo que acabamos de describir, piensas que al menos no son imaginaciones tuyas o que tienes una visión distorsionada por alguna influencia negativa de experiencias vividas en el contacto diario. Confirmas las dificultades que tienen algunas personas en la convivencia con los demás. Yo me pregunto si este comportamiento será idéntico en sus casas y con su familia.
Siempre nos empeñamos en que hay que separar lo profesional de lo laboral y, aunque seguimos obsesionados en decirlo, en el fondo no nos lo creemos.
En el caso de mi socio, cuya separación se produjo en el año 2006, tuvimos que separar lo profesional para salvar lo personal, había una familia de por medio. Acertamos de lleno. Después de una etapa de cierta tensión, la última vez que nos hemos visto, y lo hacemos con cierta frecuencia, hemos comido juntos en su casa con nuestras familias, y hemos pasado un rato estupendo.
A veces es necesario tomar decisiones probablemente incomprensibles. Solo el tiempo nos dirá si hemos acertado.
Las relaciones se construyen durante años. Podemos intentar hacer borrón y cuenta nueva en determinados momentos, pero es evidente que nunca podemos olvidar toda una trayectoria, haya sido buena o mala. Tener enfrente a una persona hace que recordemos tiempos pasados. Incluso cuando no está con nosotros nos acordamos de ella y de todo lo que hemos vivido.
Normalmente, si le tienes cierto afecto, recuerdas los buenos momentos, y al contrario, cuando estás enfrentado, de lo único que te acuerdas es de las disputas que has tenido.
Las dos situaciones hacen, en mi opinión, que no puedas tener un razonamiento objetivo ni de la persona ni de tu relación con ella.
Posiblemente una de las peores situaciones, o mejor dicho, sensaciones que se pueden vivir en una relación, son los momentos de decepción, que coinciden con la pérdida de la confianza que tenías hasta el momento.
Cuando esto se mezcla con una actividad profesional al nivel que estamos exponiendo (Franquicia-Grupo de empresas), esa decepción se magnifica.
Tienes dos opciones. O miras hacia otro lado y sigues adelante, o sigues adelante y miras hacia otro lado.
La primera opción supone mantener la misma implicación en el grupo franquiciador. La segunda conlleva seguir en el grupo franquiciador siendo un franquiciado de tercera o de cuarta. Como en la mili, pasar desapercibido. Al fin y al cabo, siempre hay café para todos hagas lo que hagas.
¿Qué valoras en un momento de decepción? Cuando creías que tu relación con alguien se basaba en el desinterés y en la confianza ( un amigo de verdad, nunca pide un favor y espera algo a cambio, lo hace desinteresadamente, y hará cuantos favores considere necesarios sin que se los pidan ) de pronto encuentras el interés y la desconfianza. Es un momento en el que no entiendes un comportamiento que hasta ese momento desconocías y no esperabas del otro bando. Durante un tiempo, unas horas, unos días, incluso meses, recuerdas todas y cada una de las acciones importantes o insignificantes, de las conversaciones mantenidas, de la colaboración aportada,......, y comienzas a relacionar hechos. Como los pensamientos agradables ya no lo son tanto, esta relación de hechos la enfocas desde una perspectiva radicalmente distinta. Piensas en que todo aquello que te parecía tan bondadoso, ocultaba ( y vamos a dar un margen ) una recompensa posterior. A la postre, una relación interesada por una de las partes. Las cosas encajan de tal forma, aunque no lo quieras, que hasta tú mismo te sorprendes. Automáticamente, y de forma inconsciente comienzas a rechazar esa relación. Intentas mantener la personal, pero tu subconsciente no te deja, y cada vez, con más intensidad, te vas alejando en todos los sentidos. Cumples con tu parte y nada más. De vez en cuando intentas recapacitar y convencerte de que aún deseas mantener la amistad personal porque realmente sientes un cariño especial por esa o esas personas. Incluso te ves con ellos y saludas como siempre, con buen ánimo, pero dentro de ti hay una lucha entre el rechazo y el perdón. Sigues sin creer que, en cierto modo, te hayan "traicionado".
¿qué otros contactos y relaciones hemos mantenido en estos años?, evidentemente hay otra parte interesantísima. La relación con el resto de los franquiciados.
En un grupo, dentro de la franquicia en España, tan numeroso de empresarios entregados a la causa común de recogida de cartuchos vacíos para la franquicia, es lógico, como ocurre en grupos más reducidos y de cualquier otra índole, que surjan amistades y asociaciones diversas. Normalmente por afinidad, pero también por interés, o por espionaje, que tampoco hay que descartarlo.
Hasta que todo fue normal, y cuando digo normal me refiero a que trabajábamos para la franquicia exactamente el 10% de lo acordado, las relaciones fueron por afinidad y amistad. Cuando ese 10% se incrementó de forma considerable y fuimos conscientes de ello, además de las de amistad, surgieron otras por intereses económicos. Y dentro de las de amistad, surgieron igualmente asociaciones empresariales para consecución de objetivos, o petición de nuevas condiciones, condiciones que igual que se pactaron, desaparecieron por imperativo legal o por cambio de opinión o estrategia de forma unilateral. Una cosa es cambiar un procedimiento y dar cumplida información, y otra muy distinta cambiar o aplicar condiciones no pactadas por motivos que nadie conoce o solamente supone.
Al igual que en este puñetero país, donde estamos como estamos y ninguno salimos a la calle con todas las consecuencias y de forma definitiva, en esta franquicia, hay algunos que "donde los sientes, ahí se quedan".
Yo siempre me he caracterizado, entre otras muchas virtudes y defectos, por decir lo que pensaba, para bien o para mal. Comprenderéis que esto hace que tengas muchos amigos o muchos enemigos. Pero lo que también se consigue con esto, es dormir a pierna suelta todos los días. Sin preocupaciones y relajado.
Por lo general, cuando a una persona le dices lo que le gusta oír, está a gusto, contenta, relajada, etc, etc,. Cuando le llevas la contraria y además defiende solo sus intereses, se incomoda.
En esta franquicia siempre se ha aceptado todo como algo normal. Tanto, que al cabo del tiempo este comportamiento es tan habitual por ambas partes que se ha transformado en costumbre, a nadie le extraña. Y me explico. La relación franquiciador - franquiciado, se ha caracterizado fundamentalmente por la iniciativa del franquiciador. Nunca se ha visto una propuesta profesional interesante por parte de un franquiciado. Ya comentaremos por qué.
Entonces, en esta dinámica, qué podemos esperar de un grupo en el que solamente manda uno y además se hace cada vez más fuerte en cuanto a decisiones, sin oposición alguna. Podemos llegar hasta tal punto que cuando alguien advierte de un problema serio o se opone a determinadas decisiones, la postura del franquiciador sea tal que rechaza absolutamente todas y cada una de las propuestas y hace oídos sordos a todo.
Como ejemplo diré que, en su día se les advirtió de un problema grave en el almacén Central. Después de 5 años, seguimos con el problema y sin visos de solución.
Surgieron algunos grupos descontentos con la situación y otros con el ánimo de poner en marcha nuevos negocios. Hasta aquí parecía que había nacido un nuevo sentimiento donde antes no existía una cultura mínimamente empresarial. Pero si analizábamos la trayectoria individual y colectiva de todos nosotros, estaba claro que aquello no podía llegar a buen término. Se convocó una reunión en Madrid para tratar el tema, a la que asistió la propia Central como invitado a esta propuesta (ellos las llevaban haciendo desde el año 2004). La presencia de la Central en esa reunión quedó, para mí, totalmente explicada unos meses más tarde. Fue lo que yo intuía y comenté con algunos de los compañeros de franquicia. A ellos no les costaba nada y no perdían nada por estar allí y comprometerse con todo; ya tenían sus "otros negocios" en marcha, y aquello solo suponía quedar bien.
Yo simplemente, ante la siguiente argumentación a mi pregunta de por qué ahora sí estaban dispuestos a poner en marcha nuevos negocios de manera tan decidida y antes no, a lo que algunos contestaron literalmente que "porque hemos visto las orejas al lobo" (pobre argumentación para la necesidad que teníamos de unos principios empresariales sólidos), me levanté de la reunión y me fui. Evidentemente aquello no tenía futuro.
Al día siguiente me llamaron los responsables de la franquicia, no tan sorprendidos por mi decisión, y les anticipé que aquello no podía terminar bien, habida cuenta de los "sólidos argumentos expuestos".
Unos meses más tarde, en un comunicado demoledor, por parte del responsable del área comercial de la franquicia, ellos mismos dieron por terminada su participación en lo que se había autodenominado ADE (Asociación para el Desarrollo Empresarial). La frase definitiva fue: " Como dicen en mi pueblo, lo que no sirva, que no estorbe".
Esta fue, a mi modo de ver, la venganza personal de la Central, a todos los intentos fallidos por su parte, de poner en marcha nuevos negocios y "sacar tajada", al tiempo que habían demostrado de que nunca serían capaces, los franquiciados, de poner ningún negocio en marcha de forma conjunta. En esto tienen toda la razón del mundo.
ADE siguió dando tumbos unos años más, sin actividad alguna y sin ganas de disolverlo por cuestiones tan obvias como que la cuenta bancaria tenía un saldo importante y nadie quería abandonar para no perder su parte. Creo que era mucho más fácil. Disolver y repartir. Ni eran capaces de pensar esto, ni eran capaces de ponerse de acuerdo. Creo que no me equivoqué al marcharme de la reunión.
A partir de aquí, hubo, al menos lo parecía, dos bandos bien diferenciados. Los que eran más afines a mi modo de pensar, y el resto. Con el tiempo las diferencias con la Central se fueron haciendo más latentes, de forma que por si misma era un bando más, el tercero.
En un intento por transformar la franquicia y pedir una mayor profesionalidad y otros cambios más acordes con la actualidad, seis de nosotros hicimos varias reuniones y en dos ocasiones pedimos reunirnos con la Central. Todo fueron negativas y por supuesto, nuevas decepciones. En mi opinión, a partir de ese instante, tuvo lugar el tercer "antes y después" en nuestra relación con la Central, y en nuestras relaciones individuales y como grupo.
Después hicimos nuevas deliberaciones para decidir sobre algunos temas importantes en el devenir de la franquicia, aunque después de la actitud de algunos de los seis participantes, todos los intentos han sido vanos.
Una vez más, los intereses de todos no eran los mismos (y solo éramos 6), cuando parecía todo lo contrario.
Hasta tal punto se ha enfriado la relación con la Central, que los propios franquiciados me llaman a mí para contarme sus alegrías y sus penas, preguntarme cómo va el movimiento de mercancía en el almacén Central, pedirme opinión sobre la marcha de la franquicia y que les cuente cosas de Madrid. En el aspecto de comunicación y confianza, está claro que he sustituido a la Central, sobre todo en el de confianza. Desde mi punto de vista, esta es no solo una situación muy preocupante, sino también un gravísimo error de nuestra central franquiciadora.
Esta nueva relación establecida entre con el resto de franquiciados no me pilla de sorpresa por varias cuestiones. La primera de ellas es la proximidad al almacén. Las otras, supongo que unas veces será por afinidad, amistad, interés, curiosidad, o vaya usted a saber. Lo que si puedo decir es que cuando en la situación que estamos viviendo haces un esfuerzo diario para levantarte con buen ánimo e ir a trabajar, siempre hay alguien que te llama contándote sus penas y te arruina el día. Te deja la moral por los suelos. Si es un amigo, le tienes que escuchar y darle ánimos, faltaría más.
En mi caso no, porque lo estoy viendo todos los días, y sé lo que hay, pero para algunos de mis compañeros habría bastado un comunicado en determinados momentos de activación de ventas, como: "Muchachos, esta semana se han cargado 4 container completos de mercancía". No habrían dicho ninguna mentira y se habían recuperado cuestiones tan importantes como la comunicación, la confianza y el ánimo, en momentos difíciles. Hasta en este aspecto he tenido que sustituir a Madrid. Puede que la falta de contacto con la red les hiciese ignorantes del estado de ánimo y las dificultades por las que estaban pasando algunos. También la lejanía o distanciamiento que en los tres largos últimos años han mantenido los propietarios del negocio.
Es más, en un intento de desvincularse como activos trabajadores y dedicarse a ser propietarios, "ficharon" a un director financiero y un director comercial en el año 2011.
El resultado fue como la noche y el día.
Un director financiero absolutamente fantástico como persona y como trabajador. No habría palabras para describir la amabilidad, los buenos modales y su capacidad profesional.
Y un director comercial cuya primera impresión es que se trataba de un representante de alguna marca de cerveza. No llegamos a adivinar la marca, solo veíamos la caña. Nunca hemos entendido cómo no fueron capaces de ver lo que vimos el resto de los mortales nada más conocerle. Por aquello del asentamiento y conocimiento del negocio, algunos le dimos dos años. Otros más sagaces no le otorgaban más de un año. Menos mal, si está con nosotros dos meses más, nos vamos a pique con el transatlántico que nos habían mostrado en la presentación de una nueva línea de negocio y lo que pretendían que fuese la nueva imagen de la franquicia. Relación efímera, pero intensa. Una persona que está a tres metros de tú puerta y no es capaz de pasar a saludar, estando en el mismo barco, no es de fiar.
Prácticamente, la única comunicación, con independencia de quien está o haya estado al frente en los últimos años, ha sido la lista de precios mensuales que nos pasan por correo electrónico con una breve o nula explicación de la situación y las razones por las que suben o bajan los precios. Supongo que cada uno analizará todos y cada uno de los precios y modelos, además de otros aspectos importantes que influyen, y sacará sus conclusiones. Desde luego yo saco las mías.
En definitiva, tendemos a relacionarnos mejor con aquellas personas que son más afines a nuestra forma de pensar, al menos en lo básico. Cuando la gente no oculta nada, las relaciones suelen mantenerse estables. Cuando no sufres decepciones importantes (sentirse traicionado), las relaciones suelen mantenerse estables. Cuando actúas libremente, sin tapujos, eres claro, no engañas a nadie, te muestras como eres, dices lo que piensas en todo momento para bien o para mal, las relaciones suelen mantenerse estables. A esta claridad de expresión algunos lo llaman ser poco sociable (o ser insociable). Utiliza la mano derecha para extraños, no para tus amigos; puede que algún día te reprochen que no les hayas reñido por comportarse de forma incorrecta, o tengas que ponerles en su sitio cuando ya es tarde. Si haces lo contrario, las relaciones se tambalean. No importa si son profesionales o personales, individuales o de grupo, los comportamientos y las reacciones, sobre todo con determinados estímulos externos, conscientes o inconscientes, son patrones que se repiten continuamente.
!! ah ¡¡ y antes de tomar una decisión sobre una relación, no lo hagas en caliente. Medita lo necesario, compara, verifica, habla directamente con la persona o grupo de personas implicadas, no permitas chismorreo de terceros, y después decide. El roce hace el cariño o el desencuentro. La intensidad en los contactos y la comunicación hacen que mantengas una relación o que la pierdas.