La Logística
¿Cómo organizar una zona
tan extensa en superficie y con un potencial de proveedores enorme?
Cuando aún no existe una
gran cantidad de puntos de recogida puedes improvisar; aunque los viajes o
rutas no sean tan rentables. Y eso es exactamente lo que hacíamos los lunes a
primera hora. Cierto es que la mayor parte del tiempo lo empleábamos en trabajo
comercial a través del teléfono, bien para concertar citas o bien para conseguir
directamente un nuevo proveedor. En esa primera hora analizábamos las posibles
visitas de la semana para recoger la mercancía a cada uno de ellos. Con el
tiempo y el incremento exponencial de los puntos de recogida nos vimos
desbordados y tuvimos que idear un sistema simple pero efectivo para controlar
y ordenar nuestro trabajo. No podíamos dejar a la improvisación el devenir de
nuestra empresa. Además, para entonces habíamos contratado a nuestro primer
empleado.
Hay que tener en cuenta
que teníamos que compaginar trabajo de almacén, trabajo comercial, trabajo
administrativo y viajes. ¿Cómo hacían todo ello solamente dos personas?, pues
igual que lo hacían otros. Horas y horas de trabajo. Si la jornada comenzaba a
las 8 de la mañana, terminaba a las 8 ó 9 de la noche. Tengo que decir que el día
se pasaba volando. Era extraordinario, no teníamos un horario determinado o
fijo, éramos libres en ese sentido, pero hacíamos tantas horas que nos parecían
pocas para nuestro negocio. Supongo que es condición de emprendedor, y sobre
todo lo que ya he apuntado con anterioridad, la ilusión de ser tu propio jefe.
Aunque no lo hacíamos
nunca, porque no había tiempo, siempre teníamos en mente que en cualquier
momento podíamos decir que ese día no trabajábamos y no pasaba nada. No
teníamos que rendir cuentas a nadie, solo a nosotros mismos. Después de casi 12
años, creo que esto no lo he podido hacer más que en tres ocasiones. Una que me
fui de pesca, otra cuando se casó mi socio, y otra que estuve enfermo. Realmente
solo una de ellas cumple la condición de voluntariedad.
Yo soy como Curro Romero,
el maestro de Camas, tengo muchos días malos. Por fortuna alguno hay bueno y se
me ocurren soluciones tan sencillas y tan efectivas como las que podría tener
un niño. Mi madre siempre ha dicho que si quieres llegar a final de mes, tienes
que mirar dos cosas, el calendario y el dinero del que puedes disponer.
El calendario es uno de
los pocos elementos invariables en el tiempo. Los meses tienen 28, 29, 30 ó 31
días, y esto se viene repitiendo desde que se le ocurrió a alguien. Las semanas
laborales, 5 días (al menos para nosotros. Aunque últimamente comienzan a tener
6, y en ocasiones 7).
Bien, ya tenemos algo
ordenado. Ahora solo faltaba encajar nuestras labores diarias en este esquema.
Si teníamos ocho rutas principales
y tres secundarias, había que analizar cada una de ellas y a cada uno de los
proveedores para conocer las necesidades que tenían en la prestación de nuestro
servicio.
El sistema empleado hasta
ese momento era la llamada telefónica para preguntar si necesitaban que
pasásemos a recoger. En ocasiones nos juntábamos con tres buenas recogidas y el
resto de relleno para rentabilizar el viaje, pero siempre nos costaba completar
la mayoría de las rutas. Recogíamos contenedores donde solamente había 3 ó 4
cartuchos vacíos. Teníamos que conseguir implantar en nuestros proveedores el
hábito de la visita periódica en función de sus necesidades para, ayudados de
esta estrategia, ordenar nuestras rutas en el tiempo y hacerlas rentables, al
tiempo que cuadrábamos todo el sistema de trabajo que teníamos en la empresa.
Y de este modo completamos
un calendario de rutas que, si bien al principio hubo que retocar, con el
tiempo ha sido una de las mejores soluciones a todos los niveles. Todo está
controlado, de forma que cualquier persona de la empresa sabe en todo momento
lo que tiene que hacer. El personal de administración conoce cuándo tiene que
preparar la ruta y entregarla a los conductores, los conductores saben qué días
están de viaje y qué días en el almacén, de este modo tienen organizada su vida
laboral y su vida privada. Yo participo en todas y cada una de las tareas
diarias, por tanto también sé dónde está cada uno de los trabajadores de la
empresa y lo que hacen en todo momento.
La planificación de rutas
se hace a seis meses vista. Esta solución nos ayuda con el proveedor que llama
preguntando cuándo es la próxima visita. Si tiene lleno el contenedor, nos
avisa, y si aún tienen que pasar demasiados días hasta ese momento, intentamos
incluirlo en alguna otra ruta vinculada o paralela para darle servicio. Una vez
que vas a hacer 300 Km, en un día, te da igual hacer 350, porque sabes que esos
50 de más te otorgan una mayor rentabilidad en ese viaje que en otro exclusivo
para ese proveedor.
Con los años, porque esto
no es labor de un mes ni dos, conseguimos afianzar ese hábito en la
periodicidad de las visitas y que la costumbre del servicio cada cierto tiempo
calase en nuestros proveedores, de forma que conseguimos también cambiar la
mentalidad del dinero a cambio de cartuchos por la gestión de residuos a cambio
de “que me quites esto de aquí”.
Si lo pensamos con calma,
nos damos cuenta que un distribuidor de material informático o una empresa, en
gestión de residuos tienen objetivos muy parecidos. El distribuidor da un
servicio a su cliente (particulares o empresas) que no sabe qué hacer con un
cartucho vacío pero si tiene la conciencia de que tiene que reciclar y lo
entrega en la tienda. La empresa necesita que un gestor le retire ese residuo
porque tiene que mantener los criterios de calidad impuestos por la normativa
aplicada y exigida por los auditores de certificaciones ISO.
Después aparecemos nosotros,
que para ellos somos no solo el último eslabón en su cadena, sino la solución a
este problema.
Esta situación nos da una
ventaja añadida en cuanto a una mayor rentabilidad para el negocio. Básicamente
nuestro margen se fundamenta en la diferencia entre el precio que pagamos por
un cartucho (a veces no se paga nada) y el precio al que vendemos (margen
bruto). Supongamos un 40% de margen bruto positivo. La aparición de esa
necesidad de gestión de residuos, y en particular los de impresoras, faxes y
fotocopiadoras, nos ha permitido introducir un “ingreso recurrente” (expresión
tan de moda) que amplia ese margen en una actividad que puede dar muchos más
ingresos de este tipo. En estos momentos tenemos varios clientes a los que
cobramos por la gestión de este residuo. Como habréis deducido, nuestro margen
en aquellas operaciones en las que recogemos cartuchos, cobramos por kilo
gestionado más coste de transporte, aquello del 40% pasa a incrementarse de una
forma brutal. Obtenemos beneficio por la gestión y por la venta de los cartuchos
que son válidos para ello (recuerdo que no todos los modelos de cartuchos vacíos son válidos para poner otra vez en el mercado).
¿Cómo se organiza o
prepara una ruta?
Comenzamos llamando unos
dos o tres días antes de la fecha prevista. Luego nos dimos cuenta que aquello
agobiaba un poco a nuestros proveedores y decidimos hacerlo con una semana de
antelación. Así, si surgía algún contratiempo, siempre había tiempo suficiente
para avisar.
Como cada una de las rutas
está estructurada y localizada por provincias, distritos postales y zonas
geográficas, solo tenemos que imprimir el listado que corresponde a esa ruta y
una vez marcados los de recogida segura, se llama al resto para completar.
Pero llamar al resto no se
hace al azar. Cada proveedor tiene calculados los días que han transcurrido
desde que se le visitó la última vez y la frecuencia necesaria de paso. Por
ejemplo, un proveedor con una frecuencia de 30 días se marca sin más. Si la
frecuencia es de 60 se marca cada dos meses en la ruta y así se hace con todos.
Hay veces en que nos llaman sin haber transcurrido el tiempo establecido. No
hay problema, lo incluimos en la ruta del mes y se recoge. En ocasiones es al
revés, tenemos que retrasar un tiempo la visita a alguno de ellos.
Conociendo como conocemos
a todos y cada uno de ellos tenemos perfectamente controlado cuando tenemos que
llamar y cuando tenemos que marcarlo sin más. Muy pocas veces erramos en el
cálculo de los cartuchos que nos vamos a encontrar en el contenedor.
En una mañana somos
capaces de visitar una media de 25 puntos de recogida ( a veces más ) y de ser
tan ágiles en el servicio que prestamos que sobre las tres o las cuatro de la
tarde hemos llegado a nuestro almacén, descargado, colocado los contenedores
para inspeccionar al día siguiente y habernos ido a casa. Creo que las 4 ó las 5
de la tarde es una muy buena hora para tener la tarde libre después de hacer la
jornada de trabajo.
Hay rutas cómodas y otras
muy pesadas. La peor con diferencia es la de Valladolid. ¡¡ ojo !!, y en esta
no tenemos que hacer kilómetros. Pero es la ciudad donde peor se conduce y peor
se aparca, comparada con el resto de capitales de Castilla y León.
Creo que estamos de
acuerdo en que la mejor de todas es Salamanca, a pesar de la difícil circulación
por el casco histórico, que es mucho casco histórico, pero el tráfico está
ordenado de forma extraordinaria, además del ambiente que se respira por sus
calles.
La más bonita, la de Guijuelo
y Béjar a Ciudad Rodrigo (también en la provincia de Salamanca). Una vez
recogidos los dos primeros municipios, tienes que atravesar toda la Sierra de Francia
(fantástica Sierra de Francia) y a pesar de la carretera, que se las trae,
tiene unos paisajes impresionantes.
Las más largas en
kilómetros son, Santander y Villablino, pero también tienen la ventaja de un
viaje relajado, 600 y 700 Km, pero maravillosos.
Y de este modo, aplicando
la lógica más simple, arreglamos la logística.
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