El
formato de franquicia
¿Qué es una franquicia?
La franquicia se define como un sistema de colaboración entre dos
empresas jurídicamente independientes, vinculadas entre sí a través de un
contrato mediante el cual una de las partes, la empresa franquiciadora cede el
derecho a utilizar su marca comercial y su saber
hacer empresarial, a cambio de una determinada remuneración económica y por
un tiempo y territorio limitados.
La franquicia responde a la necesidad de una renovación constante de la
oferta de mercado, obligada por la imparable y creciente aparición de nuevos
competidores y la exigencia de ofrecer nuevas prestaciones.
La franquicia consigue un mayor acercamiento al consumidor a través de
una especialización bien entendida, es decir, centrada en un mejor conocimiento
del producto y sobre todo un mejor servicio y atención al consumidor.
Este formato empresarial ofrece también seguridad, al basarse en la
creación de una red de tiendas o delegaciones que sustenta todo un sistema de
distribución y que determina el apoyo de cada uno de los componentes de la red
con los otros, todo ello por simples razones lógicas al interesar a todos en
conseguir mayor fortaleza en el mercado.
La franquicia asegura unos mínimos de rentabilidad, la calidad del
producto franquiciado, su originalidad y los conocimientos que ya posee una de
las partes, el franquiciador, que ofrece la posibilidad a otras personas de
incorporarse a un negocio que les supone un menor riesgo comercial debido a la
citada experiencia que ofrece la cadena de tiendas en funcionamiento del
franquiciador.
Estadísticamente los negocios individuales cierran antes de un año de su
funcionamiento, en el 90% de los casos, mientras que los negocios de
franquicias lo hacen en un 10%.
Nuestra franquicia lleva 15 años en el mercado y aquellos franquiciados
que ya no están con nosotros cerraron no por cuestiones de rentabilidad si no
por incumplimiento de alguna de las condiciones firmadas en contrato o por
malas prácticas en cuestiones de calidad o similares.
De hecho, son zonas que han sido absorbidas por franquiciados limítrofes
y siguen siendo tan rentables como con los iniciales.
El vínculo de colaboración aparece por el simple interés del
franquiciador y del franquiciado de llegar a un acuerdo para ganar dinero. Es
un negocio, y los negocios se inician con esa idea. Es verdad que en una
decisión como esta intervienen más factores y otras cuestiones personales
inherentes a cada persona.
No en vano las empresas las hacen las personas y las destruyen las
personas. En una entrega anterior decía que el estado de ánimo del líder de un
grupo afecta a la marcha del grupo, referido siempre a la práctica empresarial
por el contexto en el que estamos, pero que incide de igual forma en todos los
aspectos de nuestras vidas.
¿Qué lleva a un franquiciador a embarcarse en una aventura de creación
de una marca y de expansión por uno, dos, tres o más territorios nacionales e
internacionales? Solo él lo sabe, pero podemos intuir algunas de las
inquietudes, necesidades, satisfacciones o ambiciones que puede tener.
Puede ser un empresario de los que llamamos de raza. Le gusta el mundo
de la empresa, crear puestos de trabajo, buscar metas cada vez mayores porque
lo que va teniendo en el día a día se le queda pequeño simplemente por
capacidad personal y profesional; puede ser también un empresario de raza con
un afán de protagonismo muy elevado y quiere demostrar a todo el mundo de lo
que es capaz o de que es el mejor de sus amigos, de su promoción.
En esta misma idea, puede querer demostrar a alguien que a pesar de lo
denostado que le tenían en su trabajo, él solito ha sido capaz de superar a sus
antiguos jefes.
También puede tener un componente de superación personal como he dicho
antes pero como un juego. Una vez conseguido, se cansa de ello y a por otra
cosa.
Entrando más en el aspecto financiero, el planteamiento de salir al
mercado como franquicia, una vez comenzado y estabilizado el negocio propio,
puede ser una necesidad de financiación o un intento de dejar de trabajar en un
negocio pequeño con ingresos suficientes para vivir y pasar a gestionar algo
más grande pero con otras preocupaciones que no sean el dinero o tu pequeño
negocio. Conviene recordar que el franquiciador cede su marca y saber hacer
(negocio probado y funcionando con éxito) a cambio de un canon de entrada y
normalmente también de un royalti mensual sobre facturación. Es decir, si yo
como franquiciado quiero explotar una marca en una zona o territorio
determinado tengo que pagar una cantidad que determina el franquiciador y que
no es negociable. Por lo general la división de zonas se hace en función del
tipo de negocio y los resultados que se esperan obtener del mismo por ambas
partes. Una tiene que quedar contenta con los ingresos que va a obtener del
franquiciado y otra por la asistencia y ayuda que va a recibir, pero también
por los ingresos esperados.
Estos pueden ser algunos ejemplos de por qué se inicia la expansión de
un negocio de franquicia.
Existe otro que todos tendremos en mente cuyo objetivo es simplemente
ingresar dinero a corto plazo en grandes cantidades por el cobro del canon de
franquicia y el “paquete del franquiciado”, para después abandonar
absolutamente todo y dejar en la calle a aquellos que confiaron en la
posibilidad de ganarse la vida de una forma digna. Esta es la típica estafa, de
la que algunas buenas personas no se han librado.
Hay una segunda etapa en el devenir de algunas franquicias muy
relacionada con la necesidad de financiación en un momento determinado por
parte del franquiciador. Una vez cubierto un territorio y estabilizado el
negocio de manera que su funcionamiento es por sí solo y apenas necesita la
intervención de nadie, el franquiciador piensa en nuevas actividades o en una
expansión en alguno de los aspectos de su empresa y para ello necesita dinero.
El negocio ha crecido y es necesario dar mayor servicio a las actuales empresas
que conforman el grupo de franquicia. Mayor almacén, oficinas más grandes por
incremento del personal, salas de formación, etc, etc,…
¿Cómo lo hace?. Muy simple, busca otro país para implantar el negocio de
franquicia. Eso supone nuevos franquiciados y nuevos ingresos por canon de
marca. A pesar del enorme esfuerzo a realizar para una nueva implantación en
otro país, el espaldarazo financiero que supone esta operación es
impresionante. Consigues liquidez inmediata en un corto plazo de tiempo.
Estamos hablando de un año o año y medio si todo va como se espera. Es lo que
yo llamo “financiación extrabancaria a coste cero”.
Por lo general, un negocio que ha tenido éxito en un país, por mucho que
las diferencias culturales, de idioma, mentalidad, etc, etc, puedan influir en
este aspecto al intentar entrar con la marca y el modelo de funcionamiento en
otro, siempre tiene éxito. Es necesario superar todas las trabas burocráticas y
de diferencias normativas, pero con un buen asesoramiento y un puntal clave
como puede ser un nativo contratado, el éxito está asegurado. Hay que trabajar
duro, por supuesto, pero el final es satisfactorio.
Pero ¿qué tiene el formato de franquicia, o qué debe de tener si
queremos que funcione de forma adecuada y ambas partes estén cómodas y
satisfechas?
En mi opinión existe una cuestión clave que destaca entre el resto y es,
que todos remen en la misma dirección. Esta máxima sirve para aplicar en todos
los trabajos y tareas en las que interviene más de una persona. Dicho de otra
manera, que todos busquen el mismo objetivo principal y que esa línea de
actuación no se vea quebrada en ningún momento o influenciada por cuestiones
externas. Cualquier ataque a esta línea de trabajo debe de ser contrarrestado
de forma inmediata, categórica y en conjunto, de lo contrario, una pequeña
debilidad puede abrir una “vía de agua” que será muy difícil de cerrar.
El formato de franquicia, de inicio, tiene ese principio, pues como ya
hemos dicho mantiene un modelo cuya base de funcionamiento es invariable,
aunque pueda admitir algunas modificaciones o añadidos en aspectos de
funcionamiento y relación entre las partes a medida que ésta, la franquicia, va
creciendo y evolucionando. Todos los componentes del grupo actúan y trabajan al
amparo de ese modelo, que precisamente es la gran ventaja de tiene.
Esa es precisamente la situación inicial, la de todos tirando del carro
en la misma dirección y con el mismo objetivo. El franquiciador está centrado
en el desarrollo de su modelo y no piensa en otra cosa que no sea precisamente
eso. El franquiciado está inmerso en el comienzo de su negocio y su interés es
sacarlo adelante y que funcione; no está dispuesto a perder la inversión que ha
realizado. La interacción es absoluta y la ayuda mutua recíproca se manifiesta
en todos los ámbitos del trabajo diario. El esfuerzo que se realiza es
impresionante. Ya quisieran muchas empresas tener y mantener en el tiempo esta
situación inicial que estamos describiendo. Además las relaciones de grupo son
las que todos desearíamos en todo momento en nuestra vida laboral y personal.
Estamos ante el grupo ideal de trabajo.
Con el tiempo esta situación va cambiando y empiezan a aparecer los que
preguntan, los desconfiados, los listillos, los disidentes, los que nunca
hablan pero ahí están, los lentos, los atrevidos, los que forman grupos, etc,
etc,…, pero esto lo contaremos en otro apartado.
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