sábado, 19 de mayo de 2012

La Franquicia. Una experiencia en la red


La zona
5º entrega

Un garaje da para mucho mientras el volumen de unidades recogidas no es elevado. Una habitación de una casa particular es igualmente aprovechable como oficina cuando no pasas muchas horas en ella. Formar un palet de medida estándar europea con una altura de 2 metros, tampoco es complicado (quizá subirlo a un camión si, si no dispones de los medios adecuados).
Durante el primer mes nuestro volumen y cierre de la primera entrega de mercancía fue de 300 unidades; escasa renta pero suficiente para comprobar las posibilidades y el futuro que tenía la franquicia.
Al cabo de tres meses estábamos entregando 2.500 cartuchos que, a una media de 3,5 euros/cartucho, eran 8.750 €. Lógicamente a esto había que restar el royalti de franquicia y el resto de gastos, pero en el tercer mes ya habíamos recuperado la mitad de la inversión en nuestra primera zona de franquicia. Si nuestra aventura comenzó en noviembre de 2001, en marzo se nos pasó por la cabeza adquirir una segunda zona adyacente y de fácil acceso.
Las provincias que componían la primera zona eran, Valladolid, Palencia, Segovia,  y Avila. Nos hubiese gustado que Burgos estuviera incluido, pero iba en otro paquete con Soria y Logroño. Así pues, la opción más clara eran León, Zamora y Salamanca, que formaban la zona 9. Una buena situación estratégica nos permitía desplazarnos a cada una de las provincias y prestar nuestro servicio en el día.
Ahora teníamos dos problemas. El espacio en el que trabajábamos se nos había quedado pequeño (2.500 cartuchos y una organización adecuada ocupan mucho sitio; la necesidad de maquinaria ligera, estanterías y una oficina más amplia, también). El segundo problema era tomar la decisión de intentar crecer o quedarnos con una sola zona que, al cabo del tiempo pensamos, sería escasa para nuestras aspiraciones. Dos inversiones posibles al mismo tiempo. Una por necesidad y otra por ambición empresarial.
Siempre habíamos tomado las decisiones de forma muy rápida. No queríamos que nadie se adelantase a nuestros planes, y en vista de que al sexto mes de funcionamiento, ya habíamos recuperado la inversión inicial, nos lanzamos a comprar, nuestra segunda zona de franquicia. Fue uno de los mayores aciertos que tuvimos en un periodo tan corto, y en el que todo iba tan deprisa que un error podía echarte fuera del negocio. A esto se unía la casi nula experiencia empresarial de mi socio y mía. Habíamos tenido bastantes vivencias en empresas muy diferentes y habíamos ocupado puestos de responsabilidad, pero nunca habíamos sido empresarios. Creo que una de nuestras ventajas fue que mi socio era un informático excelente; era mucho más autodidacta que estudiante, y es ahí donde uno se gana su puesto y aprende de verdad (por muchos títulos que tengas, si no tienes experiencia laboral, no sirves de mucho)y  por mi parte, soy titulado en ciencias empresariales, tenía una sólida formación fiscal y contable y 12 años de experiencia laboral en “auténticas escuelas de traiciones”. Viendo y viviendo los defectos y virtudes de los demás, evitando los primeros y aplicando los segundos pudimos controlar esta vorágine de sucesos que en ocasiones nos superaban.
El cambio a un almacén más amplio y estable fue obra de mi socio que, en una charla informal con un conocido, le habló de unos “Viveros de empresas” que nuestra querida Diputación Provincial de Valladolid había puesto en marcha con idea de incentivar el desarrollo en zonas rurales con poca o nula industria, pero con buena comunicación con las vías principales de transporte. Fue D. Alfonso Centeno Trigos, alcalde de Olmedo y diputado provincial, el promotor de la misma, y al que estaremos eternamente agradecidos por el apoyo en aquellos años iniciales.
Nos pusimos en contacto con la Diputación Provincial y en un mes, una vez presentada la documentación solicitada, nos adjudicaron una nave en el municipio de Olmedo (Valladolid), de 100 metros cuadrados, por un alquiler mensual de 110 €, en un complejo con instalaciones comunes (salas de reunión, apoyo administrativo, etc…)
Entre el tercero y el quinto año de funcionamiento se puede producir un momento crítico para una empresa. Estabilización o cierre. La consolidación viene después. Habían pasado 6 meses, y nuestro compromiso para con la Diputación era de tres años. Desde el 2002 hasta el 2005.
No sabíamos aún lo que íbamos a vivir de ahora en adelante. Quizá al cabo de tres años, o antes, habíamos cerrado. Probablemente, necesitáramos un espacio mayor, o quizás alguien nos comprase nuestras dos zonas de franquicia y nos habíamos retirado de este mercado para desarrollar otro negocio distinto. Por cierto, para entonces, ya teníamos siete provincias a las que prestar el servicio de gestión de residuos de impresión, compramos el segundo paquete, y la zona, en extensión, más grande del grupo. Un año después nos anexionábamos Cantabria. Otro acierto más por las consecuencias y la incidencia que ha tenido esta anexión en la empresa en el devenir de los años.

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