La franquicia – 4ª entrega.
El negocio
Os preguntaréis qué tipo de
franquicia era esta con la que nos habíamos comprometido tan rápidamente y que
con tanta ilusión afrontábamos.
El negocio era tan sencillo como
complicado darse cuenta de que, a pesar de que parece que todo está inventado,
siempre hay un resquicio o un nicho de mercado posible entre tantas
actividades. Los dueños de la franquicia, que se habían iniciado en el
reciclado de cartuchos de impresoras, pronto se dieron cuenta de la dificultad,
hace 15 años, de encontrar suministro continuado y en cantidad suficiente para
atender la demanda del mayor o menor mercado que pudieron conseguir, es decir,
clientes.
Inspeccionando el mercado
detectaron ya movimientos en este sentido, donde algunas empresas comenzaban a
recoger cartuchos vacios a empresas, particulares y administración a cambio de
un precio unitario en función del modelo de consumible y la demanda que éste
tenía, que a la postre es principalmente lo que determina el precio. Como
veremos después, la fijación y variación de precios depende casi exclusivamente
de la demanda.
De este modo, y con esta
prospección, tuvieron claro que el negocio a desarrollar no era el de reciclado
sino el de suministrador ( o bróker, posteriormente) de esa mercancía. El
objetivo era crear una infraestructura de empresas a nivel nacional,
dependientes de una Central cuya ocupación iba a ser la logística de recogida
de cartuchos vacios de impresoras para suministrar de forma suficiente en
cantidad y en tiempo a aquellos grandes o pequeños recicladores que necesitaran
un servicio rápido, limpio, y a buen precio.
Esta logística tenía que ir
acompañada de otra no menos importante como la gestión en la recogida de este
tipo de “residuo”. Organizar esta parte llevó algunos años hasta que por fin
conseguimos la estabilización de precios y el funcionamiento normal y a buen
ritmo, que se consigue una vez superadas todas las dificultades iniciales,
dificultades que se vieron incrementadas habida cuenta del desconocimiento no
solo por parte de los franquiciados en todos los aspectos del negocio, sino
también por parte de los propios franquiciadores. En las etapas iniciales hubo
que ir a contracorriente de un mercado que no estaba ordenado, (aún hoy
mantiene muchos de los defectos que encontramos en sus comienzos y que no es
posible corregir), no tenía una competencia leal ni seria, era un mercado al
revés de lo tradicional (nosotros comprábamos, no vendíamos y nuestros clientes
no eran tal, sino proveedores), la inestabilidad mensual de los precios, que se
convirtió en un problema de cara a nuestros proveedores, pues todos los meses
hacíamos cambio de tarifas, la desconfianza en el planteamiento de nuestra
oferta (era tan clara que nadie se lo podía creer – “¿Cómo, que me vas a pagar
por esto?, ¿Dónde está el truco?”), y otra serie de problemas con los que solo
se podía avanzar siendo constante, prestando un servicio con una calidad que
nadie podía ofrecer en ese momento, y predicando en el desierto hasta que
alguien escuchara.
Parte de esa desconfianza fue
atenuada con una estrategia tan evidente como era la revisión de los cartuchos
en las instalaciones del proveedor, y el pago en efectivo en ese mismo momento.
Los precios de compra eran muy elevados, y en el mismo instante en que pagabas
una valoración que podía rondar las 100.000 pesetas de entonces (nosotros
contábamos con un margen brutal), “habías hecho un amigo”.
Claro está que esta estrategia
solo se podía mantener mientras el volumen de puntos de recogida no era muy
elevado, de lo contrario podías pasar un día entero a 120 ó 250 Km de tu casa
desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche. Con el tiempo y la ruptura de
esa desconfianza, fue necesario cambiar los métodos de trabajo, reorganizar la
logística, y mejorar el servicio.
Para todo este entramado,
contábamos con una ventaja de la que probablemente ni los propios
franquiciadores eran conocedores. Ellos habían diseñado un programa completo de
métodos de trabajo y funcionamiento entre franquiciador y franquiciados, como
no podía ser de otro modo ( el modelo de franquicia exige precisamente eso,
uniformidad en las actuaciones de todos sus componentes “para que la máquina no
se pare”). Lo que creo que no habían previsto era la efectividad de este
método, y la validez como guía para los “iniciados”.
Todo, absolutamente todo, estaba
pensado, no teníamos más que consultar el manual y obteníamos la respuesta. Si
el factor humano es clave en el desarrollo de una empresa, el “manual del
franquiciado” es vital para el desarrollo de una franquicia.
Cuando visitamos Macdonals o
Burguer King, no importa el establecimiento al que vayas, sea una u otra marca
(franquicias), encuentras la misma comida, el mismo servicio, los mismos
precios, la misma calidad (sea mejor o peor; para gustos se hacen las cosas), …
, excepto la misma gente, es el “mismo todo”. Tienen un patrón de conducta y de
trabajo y lo siguen hasta las últimas consecuencias.
El resto del negocio consiste en
que una vez recogida y revisada la mercancía, tenemos que clasificarla y
embalarla (todo ello siguiendo unas pautas y modelos preestablecidos) y hacer
envíos mensuales a nuestra central, que se encarga de revisar de nuevo esa
mercancía y pagarnos con arreglo a los precios que se han fijada para el mes en
que estamos cerrando. De modo que nuestro ciclo de recogida, revisión,
clasificación, embalado, envío y facturación es mensual.
Después de 15 años, estamos en lo
más alto en este sector, al menos en Europa, y nuestra cifra de negocio, a
pesar de la crisis que estamos atravesando es importante; hasta tal punto que
manejamos 3.000.000 de unidades anuales de cartuchos vacíos.
Estas cifras son importantes
pero, poco a poco vamos a ir desgranando para quién lo son y cómo ha ido
evolucionando el negocio y la franquicia.
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