sábado, 5 de mayo de 2012


La Franquicia - Una experiencia en la red.

3ª entrega


En el viaje de vuelta de Madrid ya lo habíamos decidido, nos embarcaríamos en nuestra primera aventura empresarial.
El fin de semana fue tranquilo, aunque las ideas no paraban de dar vueltas en nuestras cabezas. Qué nombre pondríamos a nuestra empresa, con qué capital inicial contamos, en qué local o nave desarrollaríamos nuestra actividad, cómo organizar el trabajo, qué forma jurídica sería más conveniente, cómo abordaríamos la labor comercial cuando ninguno de los dos habíamos realizado tareas comerciales propiamente dichas,…, en fin, todos los miedos imaginables cuando realmente no conoces a qué te enfrentas.
El lunes nos pusimos en contacto con los dueños de la franquicia que, dicho sea de paso y como veremos más adelante, aún estaba en su fase inicial. En otras palabras, solo era una idea semidesarrollada y su futuro era tan incierto como el nuestro. Entre otras cosas porque, nuestra zona de franquicia había sido la tercera en ponerse en marcha. Hasta entonces solo se habían incorporado, Murcia y Vascongadas.
Esto añadía un aliciente más. ¿Seríamos capaces, entre todos, de conseguir un modelo de negocio de forma que nuestro “Grupo” de franquicia fuese el número 1?.  No lo podíamos saber. De momento, solo con empezar teníamos bastantes preocupaciones.
Les comunicamos nuestro deseo de pertenecer a la misma y pedimos la redacción del contrato para la firma, al tiempo que fijaríamos las fechas para el curso de formación. Todo se resolvió en el mes de septiembre, el curso y el contrato. La fecha oficial de inicio ha sido inolvidable para nosotros, el 11S.
El curso fue intenso, pues había que formarse en una semana en el conocimiento de los modelos y detalles de la mercancía con la que íbamos a trabajar y que sería nuestra fuente de ingresos más apreciada. No podíamos equivocarnos al seleccionar y separar "el grano de la paja". De ello dependía que nuestra rentabilidad fuese mayor o menor, e incluso que nuestro negocio pudiera mantenerse.
Al cabo de una semana de nociones técnicas, comerciales, burocráticas, financieras, sistemas de trabajo, etc, etc,…, ( si en algo tenía bien sentadas las bases esta franquicia era en los procedimientos de trabajo entre franquiciador y franquiciado ) volvimos a nuestras casas con una tremenda ilusión por empezar.
Nuestro primer almacén fue el garaje de mi socio y nuestra primera oficina, una habitación en la que él tenía su ordenador y una estantería prácticamente vacía.
Yo había conseguido ser independiente en el aspecto laboral. Por fin había dejado de trabajar por cuenta ajena.
Mi socio había conseguido uno de sus sueños más anhelados, ir a trabajar en pijama.
Teníamos ganas, muchas ganas, y eso fue suficiente para comenzar.

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